Cuaresma 2007:
"Mirarán al que traspasaron” Si toda la vida y la oración cristianas deben nutrirse y beber de la Palabra de Dios, en la cuaresma la verdadera oración -al igual que el itinerario y experiencia personal y comunitario de los creyentes- ha de ser bíblica, oración de la Palabra. Y es que la cuaresma es privilegio aptísimo para vivir en y de la Palabra de Dios.
La música del alma y la partitura de la vida:
Vivir en y de la Palabra significa leerla, rezarla, meditarla, abrirse a ella, confrontarse con ella, poner a su tamiz y a su luz nuestra propia existencia. A ello nos ayudará la lectura y meditación atenta y ferviente de la liturgia de la Palabra de las ferias cuaresmales y, sobre todo, de los domingos. Es un tesoro de riqueza inagotable, que no podemos perder. En la liturgia de las Horas y de la Eucaristía -en toda la Sagrada Escritura- la Palabra de Dios se nos da a raudales para que
nos llenemos de ella y para que ella -la Palabra de Dios- sea la música de nuestra alma y la partitura de nuestra vida.
El decálogo:
Ahora, de la mano del destacado biblista latinoamericano Carlos Mesters, propongo este decálogo para orientar la lectura orante, personal y diaria de la Biblia, en cuaresma y siempre:
1.- Al comenzar a meditar la Palabra de Dios, invoca al Espíritu Santo, ponte en profunda actitud de escucha y oración.
2.- Lee el texto elegido despacio, lentamente y con toda la atención posible.
3.- Una vez leído el texto, haz silencio interior, sin prisas, procurando recordar en la mente y en el corazón lo que has leído.
4.- Reflexiona y mira con profundidad el sentido de cada una de las frases y de las palabras leídas.
5.- Degusta la Palabra, rúmiala, actualízala y relaciónala con la vida. Está también escrita para ti. Para tu situación personal y de cada día y circunstancia.
6.- Amplia la visión y comprensión del texto leído con otros pasajes de la Biblia.
7.- Párate a contemplar en silencio orante la Palabra y vuelve a leer el mismo texto, rezándolo y respondiendo a Dios que te está hablando.
8.- Formula un compromiso de vida.
9.- Reza un salmo apropiado al texto leído y contemplado y ora con ellos.
10.- Cuando vayas a concluir tu lectura orante, personal y diaria de la Biblia, elige del texto de cada día una frase. Intenta memorizarla. Que sea tu lema de esa jornada.
¡Ah: y reza con la Biblia y con la Cruz: Contemplando y mirando al que traspasaron!. Todos necesitamos palabras de vida, de luz, de esperanza y de paz. Y resulta que las tenemos en la Palabra de Dios. ¿Podemos permitirnos el lujo de olvidarla y desconocerla? Sólo tú, Señor Crucificado y Resucitado, sólo tú, Señor del costado traspasado, tienes palabras de vida eterna.
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